La siembra récord de maíces de la temporada pasada no terminó como se esperaba, en parte por la influencia del Spiroplasma o achaparramiento del maíz. Con las fechas de siembra a la vista, analizamos qué nos dejó el invierno y las perspectivas para la producción de este cultivo.
Tras nueve años de crecimiento, la temporada 2024/25 llegará con una contracción del área sembrada con maíz en Argentina. Este cultivo representó una apuesta enorme para el productor nacional, abanderando numerosos avances tecnológicos en el sector. Sin embargo, las primeras estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) advierten que la superficie sembrada podría ser un 21% menor a la temporada 2023/24.
El año pasado la superficie sembrada con maíz alcanzó las 9,67 millones de hectáreas. Buenos Aires sumó 100.000 ha de maíz; Córdoba, 200.000 ha; Santa Fe, 100.000 ha; Entre Ríos, 30.000 ha y en La Pampa, 120.000 ha. Al norte del país, la superficie maicera creció en 230.000 ha. De materializarse las estimaciones de la BCR, quedarían solamente 7,67 millones de hectáreas para la campaña 2024/25.
Un pequeño gran problema
El principal responsable de la caída es la bacteria Spiroplasma kunkelii, transmitida a través de la chicharrita Dalbulus maidis. La enfermedad es bien conocida por quienes visitan este foro: históricamente fue endémica del norte de Argentina. La sorpresa fue la expansión de la plaga hacia territorios más meridionales. Monitoreos con placas cromáticas detectaron poblaciones de este insecto incluso en la provincia de San Luis por primera vez.
Chaco y Santiago del Estero fueron los territorios más afectados: los rindes cayeron hasta un 70% en algunos establecimientos y las pérdidas de área no cosechada oscilaron entre un 25 y un 60% del área total cultivada.
Danel Leiva, productor radicado en Ceres (Santa Fe), nos comentó que su zona se vió gravemente afectada por la chicharrita. “La plaga modificó nuestra planificación para la campaña 2024/25. Haremos maíz reduciendo la superficie un 20 o 25%, teniendo en cuenta materiales genéticos y por supuesto manejo”, expresó.
En el centro y norte de Córdoba y Santa Fe, las pérdidas de área por los efectos del Spiroplasma van del 20 al 35%. Desde Calchín (Córdoba), Diego Chiaraviglio reportó que las mermas de rendimiento fueron muy considerables en un año con buen pronóstico de cosecha. En estas zonas, la caída en la intención de implantación supera el 30% según relevamientos de la BCR.
Los humores son más optimistas en La Pampa y el centro-sur bonaerense. Si bien detectaron poblaciones de chicharrita, no se registró un impacto significativo por achaparramiento. La intención de siembra podría ser similar a la campaña pasada, atenuando la caída nacional.
No será sencillo elegir
La chicharrita afecta mayormente a los maíces tardíos, es decir, a los cultivos implantados luego del 15 de noviembre. En la campaña anterior el 65% de los maíces fueron sembrados pasada esta fecha. Algunas semanas atrás, esperábamos una mayor adopción de maíz temprano, pero el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó una primavera con lluvias inferiores a lo normal en buena parte del país.
El escenario parece desafiante para los productores maiceros, por la dependencia de las lluvias de septiembre y octubre que, a priori, podrían estar lejos de cumplir con los valores esperables. De presentarse buenas lluvias primaverales, gran parte de la siembra quedaría concentrada en fechas tempranas y los cultivos podrían quedar expuestos a un alto riesgo climático si escasea el agua entre diciembre y enero.
La siembra escalonada conlleva otros riesgos para la producción, ya que posibilita la migración de los insectos. La chicharrita necesita del maíz para reproducirse y alimentarse, y las implantaciones tempranas le permiten expandirse hacia nuevos cultivos óptimos para su desarrollo, generando el caldo de cultivo que afectará a los maíces tardíos.
¿El invierno reseteó el sistema?
El invierno 2024 fue mucho menos benigno que el anterior. Y las bajas temperaturas podrían haber jugado a favor. Las chicharritas son especies ectotérmicas, y la incapacidad de regular su temperatura las puso en desventaja ante las heladas de julio y agosto.
Al ser consultado por la Asociación de Maíz y Sorgo Argentino, el investigador Alejandro Vera reportó una baja en las poblaciones de chicharrita en zonas donde la plaga hizo estragos, como Los Altos (Tucumán) y San Justo (Santa Fe).
“Estamos estudiando la dinámica poblacional en estas zonas desde el año pasado. Hoy la presencia de chicharritas es cero, cuando en abril había 2.000 por trampa. Empezamos a entender que las heladas están reseteando el sistema”.
Además, las heladas interrumpieron el desarrollo de gramíneas y maíces “guachos”. Esto supuso una buena noticia ya que las chicharritas usaban estos vegetales como hospederos en los meses invernales.
A no descuidarse
La temporada 2024/25 sigue tomando forma y la moneda aún está en el aire. En abril, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) agilizó la evaluación de insecticidas registrados para el control químico de la plaga. La ampliación de uso de estos productos sumó una herramienta más para mantener a raya las infecciones en maíces.
Algunas claves de manejo en maíz serán la elección de genotipos tolerantes a la enfermedad, el control de los maíces “guachos” y el manejo integrado de plagas. Asimismo, los expertos recomiendan «arrimar» las fechas de siembra, evitando el escalonamiento.
La utilización de otros cultivos también será crucial en los casos donde el maíz se pueda prescindir. Así nos lo explicó Diego Chiaraviglio: “Vamos a reemplazar hectáreas de maíz por sorgo y girasol, ya venimos con experiencias muy buenas en ambos cultivos, trabajando con densidad y fertilización variable”.
Y agregó: “En el caso de los clientes que necesiten el maíz como energía para alimento de animales o producción de leche, vamos a disminuir la superficie en diferentes porcentajes, entre un 30 y 50%, reemplazando la fibra con otros cultivos, como puede ser sorgo”. Para el agrónomo especialista en fertilidad de suelos, las inversiones deberán tener en cuenta el escenario económico, financiero y climático.