En los últimos años la agricultura profundizó la importancia que reviste el manejo sustentable de los sistemas. La adopción de numerosas prácticas alineadas con este objetivo, entre las cuales se incluyen los cultivos de servicio, responde al deterioro sufrido por la tierra agrícola en Argentina y el mundo. Los malos manejos y las recetas universalmente aplicables alimentaron esta problemática y son la punta de la lanza con la cual especialistas de todo el mundo trabajan para construir una agricultura diferente.
Gervasio Piñeiro es Doctor en Ciencias Agropecuarias y se desempeña como investigador en CONICET y FAUBA. Desde hace tiempo trabaja en la construcción de conocimientos y evidencias que favorezcan el manejo integral de los sistemas agrícolas. Al ser entrevistado por Bichos de Campo, Piñeiro catalogó a los Cultivos de Servicios como una tecnología de procesos que debe enmarcarse en un manejo sistémico de suelos. En este sentido, expresó: “No son una receta porque eso alude a una cosa fija y, por el contrario, me parece que el camino es customizar el camino agrícola. El manejo va a depender de la zona, el clima, el suelo y las características del lote”.
Piñeiro consideró que la aplicación de formulas fijas en la agricultura generó numerosos problemas ambientales en Argentina. La experiencia demostró que un camino posible es retomar la sintonía fina en el manejo del lote, entendiendo qué conviene producir en determinado ambiente. Una estrategia que complejiza el manejo, pero lo hace más sustentable.
“Los cultivos de servicio son una herramienta clave para los sistemas a la hora de combatir malezas, absorber agua o conservarla dentro del perfil, para fijar nutrientes y enriquecer el suelo, para descompactar y recomponer todos los servicios ecosistémicos”, remarcó el especialista, para quien el beneficio redunda en el productor en términos productivos y en la sociedad en general en términos ambientales.
¿De qué hablamos cuando hablamos de cultivos de servicio?
En diálogo con Bichos de Campo, Piñeiro explicó que este tipo de cultivos tienen como finalidad proveer servicios ecosistémicos variados, dentro de los cuales se incluye la cobertura del suelo. Por lo general no persiguen la renta, ya que no suelen cosecharse, aunque pueden usarse para algunas prácticas como el pastoreo. No obstante, son claves a la hora de valorizar el lote, puesto que mejoran la estructura del suelo y sus propiedades, logrando sistemas más productivos.
“Tenemos que entender que no solo se trata de sustitución de insumos. Estas prácticas brindan al sistema propiedades que no podemos incorporar de forma artificial. El carbono del suelo no lo podés comprar: lo tenes que construir en el suelo, al igual que la resistencia a malezas”, enfatizó Piñeiro.
Además, el investigador resaltó la diversidad de especies que favorece la incorporación de estos cultivos.
Una práctica en expansión constante
Piñeiro también destacó el crecimiento que tuvo la adopción de estos cultivos en Argentina. “Hace cinco o seis años había cerca de un 10% de productores usando estos cultivos en unas 30 o 40 mil hectáreas. Los últimos informes hablan de zonas donde la adopción de estas prácticas creció hasta un 30 o 40%, pasando el millón de hectáreas”, remarcó.
Los años secos no suelen favorecen la incorporación de estas prácticas al manejo, en parte debido al elevado porcentaje de tierra agrícola arrendada. En épocas donde el agua escasea, son muchos los productores que se inclinan por aprovechar los recursos disponibles en el cultivo de renta.
A pesar de este escenario, Piñeiro tiene claro que los cultivos de servicios construyen un círculo virtuoso: se enriquece la tierra, aumenta la productividad y la tierra agrícola se valoriza. “No hay que olvidar que una seca así ocurre una vez cada 60 años, el resto de las temporadas esto no va a ocurrir y es importante llegar con un sistema sano”, concluyó.
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