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Los cultivos de cobertura, aliados para retener agua en tiempos de sequía

Fuente: Artículo publicado originalmente en Clarín Rural

Una especialista de INTA presentó estudios que demuestran los beneficios de su inclusión en cultivos de verano y dio las claves para un manejo exitoso.

Aunque los cultivos de cobertura (CC) vienen ganando terreno a paso lento pero firme, para algunos productores se presentan dudas respecto del consumo de agua que podrían hacer en campañas de lluvias escasas, en detrimento de sus predecesores. Sin embargo, en Expoagro, la Ing. Agr. Julia Capurro, técnica del INTA Cañada de Gómez, presentó los resultados de estudios que reafirman a los CC no solo como aliados para mantener a raya a las malezas difíciles sino también para disminuir la erosión hídrica y absorber más agua, contrariamente a lo que muchos podrían imaginar.

“En un trabajo desarrollado en Cañada de Gómez, aplicando lluvias simuladas durante el mes de diciembre, pudimos medir que con una precipitación de 60 mm por hora en un cultivo de soja y en un suelo sin cubierta vegetal, se perdió hasta el 50% de la lluvia aplicada y los escurrimientos superficiales dieron comienzo en promedio a los 5 minutos de iniciada la precipitación”, contó Capurro. Por el contrario, en el mismo lote con cubierta vegetal proveniente de CC, el inicio de los escurrimientos se dio recién a los 30 minutos de iniciada la lluvia y las pérdidas totales de agua fueron solo del 28%.

“Es importante destacar que el agua de lluvia no se va sola sino que se lleva sedimentos con alto contenido de materia orgánica y nutrientes. En ese trabajo medimos más de 1.000 kg de pérdidas de sedimento en una lluvia de 60 mm por hora y esos sedimentos estaban enriquecidos con nitrógeno, fósforo y materia orgánica respecto del suelo de origen”, detalló la técnica del INTA. Al tiempo que remarcó que parte de los fertilizantes aplicados en superficie al voleo o chorreados, también se pierden con los escurrimientos superficiales.

El impacto de la gota de lluvia sobre el suelo desnudo tiene una gran energía cinética, eso provoca que se rompan los agregados, se dispersen las partículas y se forme una capa dura que impide que el agua infiltre, escurriendo a alta velocidad. “El CC, al generar un techo con las raíces ancladas al suelo, lo protege, el agua infiltra mucho más lentamente, no se produce escurrimiento superficial ni erosión hídrica”, sostuvo la ingeniera.

Una práctica ventajosa

De acuerdo con Capurro, los beneficios de los CC son numerosos: mejor balance hídrico a partir del secado del cultivo de cobertura, aporte de nutrientes como nitrógeno en el corto plazo e incremento de los niveles de materia orgánica a largo plazo. Asimismo, constituyen una herramienta estratégica para la competencia con malezas de difícil control “ya que la cobertura -verde durante el invierno y seca durante primavera y verano- genera un sombreado que dificulta la emergencia de las semillas de malezas presentes en el lote al competir con ellas por luz, agua y nutrientes”, señaló la especialista.

Los cultivos de cobertura prácticamente no tienen aspectos en contra ya que el agua que consumen durante su ciclo de crecimiento se restituye al suelo a partir del momento del secado con las lluvias primaverales que los lotes necesitan incorporar para poder realizar las siembras de los cultivos estivales”, sostuvo Capurro. Y explicó que un lote con cobertura vegetal proveniente de un CC infiltra y almacena mucha más agua qué un lote sin ella.

“Los CC no son arrastrados por el agua de lluvia hacia los bajos cómo sí lo son los rastrojos picados por la cosechadora en el cultivo antecesor, por eso en suelos sin CC suele observarse acumulación de rastrojos de maíz y soja desplazados de las medias lomas en los bajos”, indicó.

Claves de manejo

Para Capurro, un punto fundamental en los CC es lograr una buena implantación luego de la cosecha del cultivo de verano, lo que se obtiene a partir de una correcta densidad y fecha de siembra. “Si el lote está destinado a maíz es conveniente utilizar una leguminosa pura cómo vicia sativa o vicia villosa que nos aportará una porción importante del nitrógeno qué va a consumir el maíz”, señaló. En cambio, si el cultivo sucesor es soja se recomienda implantar una mezcla de gramíneas y leguminosas, por ejemplo, avena sativa con vicia sativa.

La ventana de siembra de los CC se extiende desde fines de marzo a mediados de mayo como fecha límite ya que siembras posteriores afectarían la producción final de materia seca. “Si el cultivo de cobertura es una leguminosa, no conviene utilizar fertilizantes que contengan nitrógeno en su composición como urea, fosfato diamónico o fosfato monoamónico, porque la vicia va a consumir ese nutriente del fertilizante en desmedro de la nodulación y fijación simbiótica del mismo”, advirtió la ingeniera.

En cuanto al control de malezas que pudieran haber quedado del verano, recomendó aplicar herbicidas antes de la siembra, en lo posible no residuales en preemergencia ya que “según el nivel de humedad y la textura del suelo pueden generar fitotoxicidad y afectar el stand de plantas a lograr”, dijo.

Otro punto importante, según la especialista, es lograr una correcta inoculación de la semilla de las especies leguminosas del CC.

Respecto del momento de secado del CC, Capurro señaló que se debe manejar de acuerdo con el cultivo posterior y las condiciones ambientales. “En un año con pronóstico de sequía es conveniente adelantar el secado de los CC para iniciar la recarga del perfil en forma anticipada a la siembra del cultivo estival”, recomendó. Esta campaña, debido a la falta de lluvias, en el INTA lo anticiparon unos 20 días, hacia mediados de septiembre, resignando algo de producción de materia seca para lograr acumular la mayor cantidad de agua posible antes de la siembra del cultivo de verano.

Consultada sobre las dudas que se presentan sobre el consumo de agua de los CC, particularmente en campañas de escasez hídrica, Capurro afirmó: “Este año, un lote con CC bien manejado tuvo un mejor desempeño respecto de un lote sin cobertura, en especial teniendo en cuenta las pocas lluvias de alta intensidad que se dieron y que provocaron la pérdida de gran parte del agua caída en escurrimientos superficiales en los lotes sin cobertura”. Asimismo, remarcó la importancia de la cubierta seca durante el verano para mantener la superficie del suelo a una menor temperatura que si recibiera insolación directa.

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