Artículo publicado originalmente en La Nación. Su autor es Edgardo Arévalo, quien integra la Cátedra de Cereales y Oleaginosas de la Facultad Ciencias Agropecuarias de la UNER
Si a cultivos de gramíneas nos referimos, el trigo, con 6,6 millones de hectáreas, y el maíz, con 6,2 millones de hectáreas sembradas en la última campaña en la Argentina, son los más importantes. Para alcanzar buenos rendimientos, la fertilización, especialmente con nitrógeno (N) y fósforo (P) son la clave, ya que esta tecnología puede ser responsable del 20 al 30 % del rendimiento final.
Otros nutrientes son también utilizados, como es azufre, sobre todo en aquellos ambientes de muchos años de agricultura y bajo nivel de materia orgánica, sumándose estos últimos años a este el zinc. Del total de nutrientes exportados con los granos, entre el 40 y el 54% son repuestos con fertilizantes y se sigue en una tendencia positiva, ya que en el último año el mercado creció un 8% según Fertilizar, siendo el motor el trigo y el maíz.
Ahora bien, el zinc es un nutriente que aún se debe incrementar su uso, debido a que el contenido de los suelos de la región pampeana viene disminuyendo en forma importante. Un relevamiento realizado por Fertilizar con resultados aportados por laboratorios de suelos de la región pampeana, en 2011 mostraba que el 47 % de lotes analizados presentó valores menores 1,03 mg/kg (ppm) de suelo extraído con DTPA, siendo este considerado un valor crítico, por debajo de este, se incrementa significativamente la probabilidad de respuesta a la aplicación de este nutriente.
Este trabajo se repitió en 2018 coordinado por Hernán Sainz Rozas, de la unidad integrada INTA-FCA Balcarce, llegando a que el 67 % de los lotes analizados presentaban valores menores 1,03 mg/kg. Existen otros factores que pueden aun en suelos con valores mayores mostrar respuesta, entre los que se encuentran bajas temperaturas, presencia de calcáreos o una alta concentración de fósforo en la línea de siembra.
Si tenemos en cuenta que el índice de cosecha de este nutriente, o sea cuanto es exportado con los granos, es del 50% siendo el requerimiento para producir una tonelada de grano, de 50 gramos, para un rendimiento de trigo de 5 toneladas por hectárea se requieren 250 grs, de los cuales 125 grs se van a ir con el grano, esto podría explicar en parte la caída en los suelos.
Otro aspecto muy importante y que está relacionado a la función fisiológica del zinc es la de aumentar la eficiencia de uso del nitrógeno, que en general es el nutriente más requerido por los cultivos. Una de las funciones destacadas además del zinc es la de favorecer la síntesis de hormonas de crecimiento, lo que nos va generar un incremento del crecimiento radicular, permitiendo explorar un mayor volumen de suelo, aumentando la captura de agua y nutrientes o sea la eficiencia global del sistema suelo-planta.
Respecto a la mejora en la eficiencia de uso del N, un trabajo realizado en INTA Pergamino por Gustavo Ferrari en maíz su pudo observar que cuando se aplicó 100 kg/ha de N (217 kg de urea), se alcanzó un rinde de 8570 kg/ha y cuando a este se agregó 400 grs de zinc/ha vía foliar, fue de 10.857 kg/ha. Si calculamos la eficiencia agronómica del N (kg de grano por kg de nutriente utilizado), pasamos de producir 9,5 kg de grano por kg de N cuando usamos solo este nutriente a 32 kg de grano por kg de N cuando sumamos zinc.
Existen muchos trabajos en los últimos años que muestran cómo el agregado del zinc incrementa los rendimientos en varios cultivos como trigo, cebada, arroz, sorgo, girasol, maíz y soja, aumentando la eficiencia de uso del nitrógeno en forma significativa. Los tratamientos a la semilla son la forma más eficiente para trigo, cebada, sorgo y arroz y la aplicación vía foliar para maíz y soja.
