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Los suelos cubiertos de verde todo el año

Según especialistas del INTA, el incremento de las gramíneas de invierno y las rotaciones de verano son prácticas que permiten mitigar los efectos de los excesos hídricos.

Técnicos especializados en recursos naturales y suelo del INTA coinciden en que es necesario aplicar estrategias que cooperen para minimizar los efectos de los anegamientos productos de las lluvias. Para esto, aseguran que la clave está en incrementar las gramíneas para mantener los suelos cubiertos de verde todo el año.

El director del Centro de Investigación de Recursos Naturales, Pablo Mercuri dijo: “Del pastizal natural y monte nativo pasamos a un uso del territorio sin análisis de los riesgos hidrológicos, con escasas redes de monitoreo y alerta y con muy poco desarrollo de la infraestructura necesaria para adaptarnos a la variabilidad del clima”.

Por su parte, Miguel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA aseguró que lo que se haga con los suelos puede influir en las consecuencias de las inundaciones, al respecto explicó: “No es lo mismo que caiga agua sobre un suelo saturado a que lo haga en uno con buena capacidad de infiltración gracias a las rotaciones de cultivos”.

Taboada asegura así, que la inclusión de cultivos de cobertura –gramíneas y leguminosas– es una alternativa para mejorar las propiedades físicas del suelo y mantenerlo ocupado durante todo el año.

Un estudio llevado adelante en el INTA Manfredi –Córdoba– durante 18 años se enfocó en los efectos de diferentes sistemas de labranza y secuencias de cultivo. Una de las autoras de la investigación, Carolina Álavarez, repasó una de las conclusiones a las que se arribó: “La siembra directa (SD), junto con una rotación de cultivos con alta frecuencia de gramíneas y una fertilización balanceada, crea las mejores condiciones para la captura de carbono, que se traduce en incrementos en rendimiento y en aportes de residuos (rastrojos) al suelo”.

Según los especialistas, las gramíneas poseen un sistemas de raíces en ‘cabellera y fibroso’ que favorece la formación de agregados y poros biológicos. “Es lo que se conoce como efecto rizosférico”, explicó Taboada y agregó: “Tanto la soja como el girasol tienen un sistema muy pobre de raíces y dejan pocos residuos en el suelo”.

El Jefe de la agencia del INTA Casilda (Santa Fe), Fernando Martínez, aseguró que el monocultivo de soja impide la infiltración de gran parte del agua. Esto, sumado al aumento de las precipitaciones en la región (que aumentó hasta un 20% y duplicó su intensidad) provoca problemas en las zonas rurales por el escurrimiento de agua y rastrojos.

La problemática actual

Mercuri asegura que los problemas con los excesos hídricos ocurridos en las últimas tres campañas supera los eventos como El Niño, “Los anegamientos e inundaciones son una realidad desafiante para nuestro sistema productivo, nuestro ambiente y nuestra población”, explicó.

Para Toboada, por su parte, “el oeste de la región Pampeana está sufriendo una monzonización del clima, donde caen las mismas lluvias pero muy concentradas en primavera, verano y en otoño y con inviernos muy secos”. Frente a esto, dice que es imperante aplicar un enfoque por cuencas que permita el rápido escurrimiento del agua hacia los causes. “Esto puede lograrse aplicando tecnologías de modelización hidrológica y mediante políticas de ordenamiento territorial”, explicó.

Fuente: www.infocampo.com.ar

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